Quiere el cometa atarse en el barro.
Quiere enterrase para nunca estremecerse.
no quiere en pie tenerse, no quiere.
Todavía no encontró la horma de su zapato.
Y en el agrio rió, al fin merecerse,
quiso un Dios ponerla. Y sentado
con el viento en su pelo calmado
la pobre cometa acabó sin sus bienes.
dos eran pues y bien sentados.
El primero de ellos la razón
del mas valiente y cultivado.
Y la más llana y sincera pasión.
del ser que al segundo le había dado,
la punzante espina del rojo burlón.
sábado, 6 de diciembre de 2008
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