jueves, 15 de noviembre de 2007

La capa bordada

Habían dos veces, un cabalero que en su puerta, en el dintel, puso el nombre de aquel que le quitó las herraduras a su fiel equino. Pues fue que un día el caballero encontró una rosa, de la belleza Diosa y en el florero más simplón la metió.

Más vinieron de todos los reinos, personajes, a su morada; y la flor alli tendida y los ajenos ajenos como si nada.

Iba el caballero a buscar el agua al rio más cristalino y aún con la ayuda de su equino, un día duraba su trayecto. Pero al caballero no le importaba pues aquella flor representaba su dura alma y por ella moriría y nació. y aún teniendo 23 primaveras, cuando la encontró, brodó de rojo el corazón del caballero que vistiendo de negro con encarnado en su oscura capa su olor incrustó.

Y fue otro ruin hidalgo que su capa envidió, pues con rosas eran sus talentos pero más pudo al ruinoso caballero su dolor. Traicionando sus maneras, al rosaceo caballero burló y siguiendole hasta el mismo infierno, en el río cristalino su suerte encontró. A la mañana siguiente, al galante corcel de sus herraduras despojó; más sin agua, la flor de la belleza marchitó. El nuestro buen caballero al tedioso hombre buscó y con una de las espinas del tallo de su rosa, con el latir de su vital motor acabó. Más cuando supo lo que hizo, su nombre en su puerta grabó. Qedó así la muerte incrustada en el abrir y cerrar de su morada, pues la vida y belleza marchita volvió en cólera su adiós.

No hay comentarios: